LA ASAMBLEA DE DIOS CAPÍTULO 20

2.2- QUÉ ES LA ASAMBLEA DE DIOS Nuestra respuesta es muy sencilla: Jesús es todo lo que nos hace falta. Podemos confiar en él para mantener el orden en su casa. Nos sentimos mucho más seguros en su poderosa y benévola mano que en las manos del más hábil dirigente humano. Tenemos los dones espirituales acumulados en Jesús. Él es la fuente de toda autoridad y de todo ministerio. “Tiene en su diestra siete estrellas” (Apocalipsis 1:16). Confiemos sólo en él, y él proveerá al orden de nuestra asamblea tan perfectamente como para la salvación de nuestras almas. Ésta es justamente la razón que nos ha hecho agregar, al título de este artículo —LA ASAMBLEA DE DIOS— el subtítulo «La absoluta suficiencia del Nombre de Jesús». Creemos que el Nombre de Jesús es realmente suficiente, no sólo para la salvación personal, sino también para todas las necesidades de la Asamblea: para el culto, la comunión, el ministerio, la disciplina, el gobierno; en una palabra, para todo. Teniéndolo a él, lo tenemos todo, y en abundancia. Esto constituye la médula y la sustancia de nuestro tema. Nuestro único propósito es exaltar el Nombre de Jesús, y creemos que él ha sido deshonrado en lo que se llama su casa. Él ha sido destronado y la autoridad del hombre ha sido establecida. En vano Él concede un don ministerial; el poseedor de ese don no se atreve a ejercitarlo sin el sello, la aprobación y la autoridad del hombre. Y no solamente eso, sino que si el hombre piensa que es propio dar su sello, su aprobación y su autoridad a uno que no posee ni una pizca de don espiritual —y hasta inclusive ni una pizca de vida espiritual—, él es, a pesar de todo, un ministro reconocido. En resumen, la autoridad humana sin el don otorgado por Cristo hace de un hombre un ministro; mientras que un don de Cristo no lo hace si no media la autoridad del hombre. Si esto no es una deshonra para Cristo el Señor, ¿qué es? Continuará...

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