LA ASAMBLEA DE DIOS CAPÍTULO 21

2.2- QUÉ ES LA ASAMBLEA DE DIOS Lector cristiano, haga una pausa aquí y considere profundamente este principio de la autoridad humana. Le confesamos que estamos ansiosos por que Ud. llegue a la raíz del asunto y que lo juzgue a fondo, a la luz de las Santas Escrituras y de la presencia de Dios. Este principio es —esté seguro de ello— la gran línea divisoria, el punto de separación entre la Asamblea de Dios y todo sistema religioso humano debajo del sol. Si Ud. examina todos esos sistemas, desde el catolicismo romano hasta la forma más refinada de asociación religiosa, encontrará en todos la autoridad del hombre reconocida y demandada. Con ella usted puede ministrar; sin ella no debe hacerlo. Por el contrario, en la Asamblea de Dios sólo el don de Cristo hace de un hombre un ministro, prescindiendo de toda autoridad humana. “No de hombres, ni por hombre, sino por Jesucristo, y por Dios el Padre que lo resucitó de los muertos” (Gálatas 1:1). Éste es el gran principio del ministerio en la Asamblea de Dios. Ahora bien, si el catolicismo romano es puesto en la misma categoría que todos los demás sistemas religiosos de la actualidad, entiéndase, de una vez por todas, que lo es sólo con relación al principio de la autoridad del ministerio. Dios nos guarde de pretender comparar un sistema —que excluye la Palabra de Dios y que enseña la idolatría, el culto de los santos y de los ángeles y una masa de errores y de supersticiones groseras y abominables— con aquellos sistemas en los cuales la Palabra de Dios es sostenida y donde se proclama más o menos la verdad bíblica. Continuará...

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