LA ASAMBLEA DE DIOS CAPÍTULO 25

2.2- QUÉ ES LA ASAMBLEA DE DIOS Sobre estos dos pilares, aunque no tuviéramos más, podemos apuntalar con éxito la gloriosa verdad de la dirección divina, verdad que debe salvaguardar —a todos aquellos que la reciben y la tienen como proveniente de Dios— de todos los sistemas del hombre, llámense como Ud. quiera. A nuestro juicio, es imposible reconocer a Cristo como el centro y soberano gobernante en la Asamblea y continuar aceptando el establecimiento del hombre. Cuando hemos probado una vez la dulzura de estar bajo la dependencia de Cristo, nunca más podremos volver a colocarnos bajo la servil esclavitud impuesta por el hombre. Esto no es insubordinación ni impaciente temor a todo control. Es tan sólo la absoluta negativa a someternos a una falsa autoridad, a aprobar una culpable usurpación. Desde el momento en que vemos al hombre usurpar la autoridad en lo que se llama la iglesia, preguntamos simplemente: «¿Quién es Ud.?» y nos retiramos a una esfera en la cual sólo Dios es reconocido. «Pero hay errores, males y abusos aun en esta misma esfera.» Indudablemente; pero, si los hay, tenemos a Dios para corregirlos o remediarlos. Luego, si una asamblea es turbada por la intrusión de hombres torpes e ignorantes, hombres que nunca guardan mesura en la presencia de Dios, hombres que, saltando descaradamente por encima del amplio dominio en el que impera el sentido común, el buen gusto y la rectitud moral, se jactan de ser guiados por el Espíritu Santo, hombres inquietos que quieren ser algo y que mantienen a la asamblea en un continuo estado de zozobra por temor a lo que puede ocurrir, una asamblea así afligida gravemente ¿qué debería hacer? ¿Abandonar el terreno con impaciencia, pena y decepción? ¿Renunciar a todo como si fuera un mito, una fábula o una vana ilusión? ¿Regresar a lo que se dejó una vez? Lamentablemente, es lo que algunos hicieron, probando así que nunca comprendieron lo que estaban haciendo o que, si lo comprendieron, no tuvieron fe para proseguir. Quiera el Señor tener misericordia de ellos y abrir sus ojos para que puedan ver de dónde han caído y obtener la exacta noción de la Asamblea de Dios en contraste con los más atractivos sistemas humanos. Continuará...

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