LA ASAMBLEA DE DIOS CAPÍTULO 30

2.3- EL PODER POR EL CUAL SE REÚNE LA ASAMBLEA Ahora bien, el poder de la Asamblea dependerá muchísimo de la medida en la cual cada miembro del cuerpo de ella esté reunido con corazón íntegro en torno al Nombre de Jesús. Si me uno a un partido enarbolando opiniones particulares, si soy atraído por las personas o por la enseñanza, si, en una palabra, no es el poder del Espíritu Santo el que me guía hacia el verdadero centro de la Asamblea de Dios, sólo resultaré un obstáculo, una carga, una causa de debilidad. Yo sería para la Asamblea lo que un apagador es para una vela, y, en lugar de contribuir a la iluminación y a la utilidad general, haría precisamente lo contrario. Todo esto es profundamente práctico y debería ejercitar nuestros corazones y conducirnos al juicio de nosotros mismos con respecto a lo que nos ha atraído a la Asamblea y con relación a nuestro andar en medio de ella. Estamos completamente persuadidos de que el carácter y el testimonio de la Asamblea han sido grandemente debilitados por la presencia de personas que no entienden su posición. Algunas concurren a ella porque reciben enseñanzas y bendiciones que no pueden recibir en ningún otro lado. Algunas se allegan porque gustan de la simplicidad del culto. Otras lo hacen buscando amor. Ninguna de estas cosas está a la altura de nuestro Centro de reunión. Debemos estar en la Asamblea sencillamente porque el Nombre de Jesús es el único estandarte elevado allí y porque el Espíritu Santo nos ha “congregado” en torno a él. Sin duda, el ministerio es muy precioso, y nosotros lo tendremos, con mayor o menor poder, donde todo esté bien ordenado. Así también, con respecto a la simplicidad del culto, estamos seguros de ser sencillos y veraces cuando la presencia divina es sentida, la soberanía del Espíritu Santo plenamente reconocida y uno se somete a ella. Continuará...

No hay comentarios.:

Publicar un comentario