LA ASAMBLEA DE DIOS CAPÍTULO 31

2.3- EL PODER POR EL CUAL SE REÚNE LA ASAMBLEA Con relación al amor, si allí lo vamos a buscar, seguramente nos sentiremos desilusionados; pero si somos capaces de cultivarlo y manifestarlo, podemos estar seguros de recibir bastante más de lo que esperamos o merecemos. Generalmente se encontrará que aquellas personas que se quejan constantemente de falta de amor en los demás, ellas mismas carecen de él; y, por otro lado, aquellos que andan realmente con amor le dirán que ellos reciben diez mil veces más de lo que merecen. Recordemos que la mejor manera de sacar agua de una bomba seca es echando un poco de agua en ella. Ud. puede darle a la bomba hasta cansarse y luego marcharse contrariado, impaciente, quejándose de esa horrible bomba; en tanto que, si Ud. justamente vierte dentro de ella un poco de agua, conseguirá un borbotante chorro de agua que satisfará sus mayores deseos. Nosotros no podemos formarnos más que una débil idea de lo que sería la Asamblea si cada uno se dejara guiar por el Espíritu Santo y se reuniera solamente en torno a Jesús. Entonces no tendríamos que quejarnos de reuniones muertas, pesadas, sin provecho y fatigosas. No veríamos la intrusión profana y la acción agitada de la naturaleza humana fabricando una oración, hablando por el solo hecho de hablar, indicando un himno para llenar un vacío. Cada uno sabría su lugar en la presencia inmediata del Señor, cada vaso dotado sería llenado, adecuado y utilizado por la mano del Maestro, cada mirada sería dirigida hacia Jesús, cada corazón estaría dedicado a Él. Si fuese leído un capítulo, sería oído como la voz misma de Dios. Si fuera dicha una palabra, ella hablaría al corazón. Si fuera ofrecida una oración, ésta guiaría a las almas a la misma presencia de Dios. Si fuera cantado un himno, éste elevaría el espíritu hasta Dios y resonaría como las cuerdas del arpa celestial. No tendríamos ningún sermón preparado, ninguna enseñanza o predicación en las oraciones, como si le explicáramos doctrinas a Dios o le dijéramos un conjunto de cosas acerca de nosotros mismos, ninguna oración por nuestro prójimo, o petición de todo tipo de gracias para él de las cuales nosotros mismos estamos lamentablemente desprovistos, ningún cántico por amor a la música o que turbe nuestra tranquilidad si la armonía nos preocupa. Todas estas miserias serían evitadas. Nos sentiríamos en el mismo santuario de Dios y disfrutaríamos de un goce anticipado de aquel momento en que adoraremos en los atrios celestiales, de los cuales no saldremos más. Continuará...

No hay comentarios.:

Publicar un comentario