COLECCION DE ESCRITOS MISCELANEOS TOMO 1, CAPÍTULO 6

Tomo I 3- CRISTO EN LA BARCA El momento de extremo peligro o de angustiosa necesidad en la vida del hombre es el momento oportuno para Dios.» Éste es un dicho muy familiar en el mundo de habla inglesa, que citamos a menudo y que, sin ninguna duda, creemos plenamente; y, sin embargo, cuando a nosotros mismos nos toca pasar por un momento crítico, cuando nos vemos enredados en un gran aprieto, a menudo estamos poco dispuestos a contar únicamente con la oportunidad de Dios. Una cosa es exponer una verdad o escucharla, y muy otra realizar el poder de esa verdad. No es lo mismo hablar de la capacidad de Dios para guardarnos de la tempestad cuando navegamos sobre un mar en reposo, que poner a prueba esa misma capacidad cuando realmente se desata la tempestad a nuestro alrededor. Sin embargo, Dios es siempre el mismo. En la tempestad o en la calma, en la enfermedad o en la salud, en las necesidades o en las circunstancias favorables, en la pobreza o en la abundancia, él es “el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (Hebreos 13:8); él es la misma gran realidad sobre la cual la fe puede apoyarse y de la cual puede echar mano en cualquier tiempo y circunstancia. Lamentablemente, ¡somos incrédulos!, y ésta es la causa de nuestras flaquezas y caídas. Nos hallamos perplejos y agitados cuando deberíamos estar tranquilos y confiados; buscamos socorro de todos lados cuando deberíamos contar con Dios; hacemos “señas a los compañeros” en lugar de “poner los ojos en Jesús”. Y de este modo, sufrimos una gran pérdida al mismo tiempo que deshonramos al Señor en nuestros caminos. Pocas cosas habrá, sin duda, por las que debamos humillarnos más profundamente que por nuestra tendencia a no confiar en el Señor cuando surgen las dificultades y las pruebas; y seguramente afligimos su corazón al no confiar en él, pues la desconfianza hiere siempre a un corazón que ama. Continuará...

No hay comentarios.:

Publicar un comentario