COLECCION DE ESCRITOS MISCELANEOS TOMO 1 CAPÍTULO 41

Tomo I 9- ¿ES CORRECTO QUE LAS MUJERES HABLEN, OREN O ENSEÑEN EN PÚBLICO? “¿Qué dice la Escritura?” Respuesta a una carta: A juzgar por el considerable número de preguntas que desde hace mucho tiempo se nos vienen formulando acerca del tema de la predicación y la enseñanza de las mujeres, concluimos que debe de haber una fuerte dosis de duda sobre esta cuestión en las mentes incluso de aquellos que están comprometidos en la obra. Una y otra vez hemos dado expresión a nuestro juicio sobre este asunto. Creemos que el espíritu y la enseñanza del Nuevo Testamento, así como la voz de la naturaleza misma, están completamente en contra de la idea de que una mujer tome el lugar de predicadora o enseñadora en público. El hogar es preeminentemente la esfera de actividad de la mujer, ya sea que la consideremos como hija, como esposa o como madre. ¡Y qué santa, dichosa y elevada esfera de actividad es éste para una mujer que se conduce rectamente allí! El corazón más devoto, puede hallar en esa esfera, un amplio radio de acción para el ejercicio de cada don. No conocemos nada más bello ni atractivo, nada que adorne mejor el evangelio de Cristo y la doctrina de Dios, que una mujer cristiana que ocupa como corresponde el lugar en que la providencia de Dios la ha colocado. Si consideramos toda la Escritura, y miramos a través de toda la historia de la Iglesia de Dios, y veremos quiénes fueron las que rindieron el servicio más eficaz para la causa de Cristo, veremos que, sin excepción, aquellas que mostraron piedad en el hogar, que anduvieron en santidad y gracia en medio del círculo doméstico, aquellas que encomendaron la verdad a sus padres, que vivieron en piadosa sujeción a sus propios maridos; aquellas que educaron a sus hijos en el temor de Dios, que gobernaron la casa conforme a la autoridad de la santa Escritura, éstas fueron las mujeres que más efectivamente sirvieron a su generación, que dejaron la más sagrada impresión en su tiempo, y que anduvieron en la más plena armonía con la mente del cielo. Continuará...

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