COLECCION DE ESCRITOS MISCELANEOS TOMO 1 CAPÍTULO 45

Tomo I 10- “HERMANOS SANTOS” No lo olvidemos. No digamos, no pensemos jamás que no podemos mantener tan elevada posición o vivir a la altura de esta medida. La misma gracia que nos ha revestido de esta dignidad, nos hará siempre capaces de mantenerla, y veremos, a continuación de estas líneas, cómo esta gracia actúa, de qué poderosos medios morales ella se vale para producir un andar práctico que esté en armonía con nuestro santo llamado. Pero examinemos sobre qué base el apóstol funda este título de “hermanos santos”. Es de suma importancia tener en claro esta cuestión. Si no vemos que es enteramente independiente de nuestro estado, de nuestra marcha o de nuestro progreso, no podremos comprender ni nuestra posición ni sus resultados prácticos. Afirmamos con la mayor seguridad que la marcha más santa que se haya visto en este mundo, el más elevado estado espiritual que haya sido alcanzado, jamás podría constituir la base de una posición tal como la que expresa este título: “hermanos santos”. Es más, nos atrevemos a afirmar que la obra misma del Espíritu Santo en nosotros, tan esencial como lo es en cada etapa de la vida divina, tampoco podría darnos derecho a entrar en tal dignidad. Nada en nosotros, nada de nosotros, nada concerniente a nosotros, podría jamás constituir el fundamento de esta posición. ¿En qué, pues, se funda? Hebreos 2:11 nos proporciona la respuesta: “Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos.” Aquí tenemos una de las verdades más profundas y más extensas del santo volumen. Vemos cómo llegamos a ser “hermanos santos”; esto es, al estar asociados con Aquel bendito que descendió a la muerte por nosotros, y que en su resurrección vino a constituir el fundamento de este nuevo orden de cosas donde tenemos nuestro lugar. Continuará...

No hay comentarios.:

Publicar un comentario