COLECCION DE ESCRITOS MISCELANEOS TOMO 1 CAPÍTULO 24
Tomo I
6- EL CRISTIANISMO
¿En qué consiste?
No podríamos seguirlo en su arrebatamiento al tercer cielo; pero sí podemos seguirlo en su marcha cristiana a través de este mundo; y nos parece que en este capítulo tenemos una vista completa de esta marcha, y no solamente de la marcha en sí, sino también del punto de partida y de la meta. Vamos, pues, a considerar:
⦁ Primero: La posición del cristiano
⦁ Segundo: El objeto del cristiano
⦁ Tercero: La esperanza del cristiano
¡Que el Espíritu Santo sea nuestro instructor, mientras nos detenemos un poco en estos puntos tan importantes y tan llenos de interés! Y ahora, abordemos el primer punto:
1. La posición del cristiano
Este punto, en nuestro capítulo, se halla desarrollado de manera doble. No sólo se nos dice lo que es la posición del cristiano, sino también lo que no es. Si alguna vez ha existido un hombre que pudiera jactarse de tener su propia justicia con la cual estar delante de Dios, ése ha sido Pablo. “Si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, yo más: circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible” (Filipenses 3:4-6).
He aquí un muy notable catálogo que presenta todo lo que se podría desear para constituir una buena posición en la carne. Nadie podía aventajar a Saulo de Tarso. Él era un judío de pura cepa, de una conducta irreprensible, con un celo ferviente y una devoción inquebrantable. En sus principios, era un perseguidor de la Iglesia. Como judío, era imposible que no viese que los fundamentos mismos del judaísmo eran sacudidos por la nueva economía de la Iglesia de Dios. Era absolutamente imposible que el judaísmo y el cristianismo pudiesen subsistir sobre el mismo terreno, o que pudiesen reinar juntos sobre el mismo espíritu. Un rasgo especial del antiguo sistema era la estricta separación de judíos y de gentiles; un rasgo especial del último es la íntima unión de ambos en un solo y mismo cuerpo. El judaísmo erigía y mantenía la pared intermedia de separación; mientras que el cristianismo la derribó para siempre. Continuará...
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