COLECCION DE ESCRITOS MISCELANEOS TOMO 1 CAPÍTULO 51

Tomo I 10- “HERMANOS SANTOS” La exhortación dirigida a los “hermanos santos” El Apóstol de nuestra profesión Nos detendremos ahora unos momentos en la exhortación dirigida a los “hermanos santos, participantes del llamamiento celestial”. Como ya ha sido observado, no somos exhortados a ser “hermanos santos”, somos hechos tales. Este lugar y esta porción son nuestros en virtud de una gracia infinita, y sobre este hecho el inspirado apóstol basa su exhortación: “Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús.” Los títulos otorgados aquí al Señor lo presentan a nuestros corazones de una manera muy maravillosa. Abarcan todo el ámbito de su historia: desde el momento en que se hallaba en el seno del Padre hasta que descendió al polvo del sepulcro, y de allí al trono de Dios. Como Apóstol, vino de Dios a nosotros, y como Sumo Sacerdote, ha vuelto a Dios donde está por nosotros. Vino del cielo para revelarnos a Dios, para desplegar ante nosotros el corazón mismo de Dios, para hacernos conocer los preciosos secretos que estaban en su seno. “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la majestad en las alturas” (Hebreos 1:1-3). Continuará...

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