COLECCION DE ESCRITOS MISCELANEOS TOMO 1 CAPÍTULO 66

Tomo I 11- JESÚS DESAMPARADO DE DIOS Salmo 22 Es el Padre tal como Cristo lo conoció. “Anunciaré tu nombre a mis hermanos”, hermanos traídos —y traídos con justicia— a la misma relación, de manera que toda la satisfacción y el gozo de Dios mismo en Cristo (no sólo del Padre, relación que nos concedió gozar, sino de Dios), son compartidos con nosotros, porque somos aceptos en Cristo nuestro Señor. Sin embargo, todavía tenemos más que escuchar. “En medio de la congregación te alabaré”. No es simplemente: “te alabaré”, ni “en la congregación”, sino “en medio de la congregación”. El apóstol Pablo cita este pasaje en la epístola a los Hebreos (2:12), y encontramos su cumplimiento en la pequeña compañía reunida ese día (Juan 20:19). El Señor se encuentra en medio de ellos. No les reprocha la cobardía que acababan de demostrar, la incredulidad ni la infidelidad, sin mencionar la falta de amor por Su persona y del padecimiento por Su nombre. No digo que él no tuviera Sus caminos para con uno o para con otro; pero él los lleva inmediatamente a la relación más elevada y a las bendiciones más excelentes por Su sacrificio. Sabemos que se ocupó de varios de entre ellos, pero Sus caminos para con cada uno no impidieron ni pospusieron en absoluto la obra de su gracia. “En medio de la congregación te alabaré”. Pensemos un instante en lo que fue la alabanza de Cristo en tal momento, en lo que debieron de ser sus sentimientos, ¡cuando salía de las tinieblas, del polvo de la muerte, del desamparo de Dios! Él solamente podía estimar en su justo valor la inmensidad de estas cosas, quien, habiendo sufrido una vez por los pecados, ahora descansa en una victoria ganada a tan alto precio. Llevó nuestros pecados; aquel que no conoció pecado, fue hecho pecado. Una vez que resucitó de entre los muertos, no lleva más los pecados; ahora alaba, y no lo hace solo, sino “en medio de la congregación”. Continuará...

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