COLECCION DE ESCRITOS MISCELANEOS TOMO 1 CAPÍTULO 76

Tomo I 12- JUZGARSE A SÍ MISMO El cristiano es exhortado a juzgarse a sí mismo por cuanto es cristiano, y no para ver si lo es. Esto marca toda la diferencia. Si estuviera mil años haciendo un examen de conciencia, una autocrítica, y buceara en el yo, no hallaría otra cosa que miseria, ruinas e iniquidad, cosas todas a las que Dios hizo a un lado y a las que yo tengo la responsabilidad de considerarlas “muertas”. ¿Cómo podría esperar obtener pruebas consoladoras mediante tal examen? ¡Imposible! Las pruebas del cristiano no han de hallarse en su corrompido yo, sino en el resucitado Cristo de Dios; y cuanto más logre olvidarse de lo primero y ocuparse en lo segundo, tanto más feliz y santo será. El cristiano se juzga a sí mismo, juzga sus hábitos, sus pensamientos, sus palabras y sus actos porque cree que es cristiano, no porque dude que lo sea. Si él duda, no es apto para juzgar nada. El verdadero creyente se juzga a sí mismo estando plenamente consciente y gozoso de la eterna seguridad de la gracia de Dios, de la divina eficacia de la sangre de Jesús, del poder de Su intercesión que prevalece sobre todo, de la inquebrantable autoridad de la Palabra, de la divina seguridad de la más débil oveja de Cristo; sí, entrando en estas realidades inapreciables por la enseñanza de Dios el Espíritu Santo, el creyente verdadero se juzga a sí mismo. La idea humana de la «autocrítica» se basa en la incredulidad. La idea divina del juicio propio, en cambio, se basa en la confianza. Pero nunca olvidemos que somos exhortados a juzgarnos a nosotros mismos. Si perdemos esto de vista, la vieja naturaleza no tardará en aflorar de nosotros y ganará la delantera; entonces tendremos que ocuparnos tristemente en ello. Los cristianos más devotos tienen un sinnúmero de cosas que necesitan ser juzgadas, y, si no se juzgan habitualmente, seguramente acumularán abundante y amargo trabajo para sí. Si hubiese enojo o ligereza, orgullo o vanidad, desidia natural o impetuosidad natural, cualquier cosa que pertenezca a la naturaleza caída, nuestro deber como cristianos es juzgar y avasallar todas estas cosas. Continuará...

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