EL SECRETO DE LA FELICIDAD CAPÍTULO 1

MAX LUCADO 1- UNA PUERTA INESPERADA HACIA LA ALEGRÍA Son las 06:00 de la mañana en la ciudad de Hamilton, Bermudas. Johnny Barnes, de noventa y dos años, se para al borde de la rotonda y saluda a las personas que pasan en automóvil. Está ahí desde antes de las 04:00. Y va a seguir ahí hasta las 10:00. No está pidiendo comida ni dinero. No está protestando, quejándose, haciendo huelga ni vagando. Está haciendo feliz a la gente. Lleva puesto un sobrero de paja y luce una barba playera. Sus ojos son luminosos, sus dientes blancos y su piel está curtida y oscura. Los años le han curvado la espalda y desacelerado los pasos. Pero no le han robado la alegría. Saluda con ambas manos extendidas hacia el frente. Hace girar las muñecas de lado a lado como si quisiera ajustar el volumen del equipo de sonido. Encoje la mano derecha para capturar un beso y soplarlo hacia un taxista o un pasajero. Grita: «¡Los quiero! ¡Los querré por siempre! ¡Hola, querida! ¡Te quiero!». ¡Y les encanta! Los bermudenses lo llaman Señor Feliz. Ajustan su ruta de la mañana para poder verlo. Si Johnny no está en su puesto, la gente llama a la estación de radio para saber si se encuentra bien. Si no alcanzan a recibir un saludo, a menudo, siguen dando vuelta a la rotonda hasta que Johnny los saluda. Una mañana, una mujer que estaba de muy mal humor se decidió a no tener contacto visual con él. Quería sumirse en su mal humor. Pero terminó mirando en dirección a Johnny. Cuando él sonrío, ella también. Otra actitud amarga quedaba aniquilada. Continuará...

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