EL SECRETO DE LA FELICIDAD CAPÍTULO 19

2- ¡Chócalas Rocky! Por eso, anímense y edifíquense unos a otros. 1 TESALONICENSES 5.11, NVI Charles Prince tenía treinta años más de experiencia que yo, había estudiado en Harvard y era miembro de Mensa, la sociedad internacional de superdotados. Yo tenía treinta y cinco, era principiante y miembro fundador de la Dense Society. Nuestra relación podría haber sido incómoda e intimidante, pero Charles previno el estrés con una visita a mi oficina, durante la cual me dijo: «No habrá tensión en nuestra relación. Voy a ser tu porrista más grande». ¡Y lo fue! Por veinticinco años, justo hasta el día en que murió, pude contar con una palmadita en la espalda, posterior a cada sermón. «¡Cada semana mejoras más!». Lo encontraba difícil de creer, pero siempre lo valoré. Ese tipo de ánimo genera un efecto como el de Miguel Ángel. El escultor vio la figura de David dentro del mármol y la esculpió. Las personas que animan ven la mejor versión de ti y la invitan a salir no con un cincel, sino con palabras de reafirmación. La doctora Barbara Fredrickson, autora de Vida positiva y psicóloga social de Carolina del Norte, Estados Unidos, afirma que las emociones positivas incrementan nuestra capacidad de reconocer la realidad, lo que nos permite ver el panorama general y expandir nuestra visión periférica. Al abrir la mente, las emociones positivas nos ayudan a fortalecer nuestras relaciones e incluso a mejorar nuestra salud física, porque nos aumentan la energía. En contraste, los estados neutros tienden a limitar nuestra mentalidad y las emociones negativas la contraen mucho más. Continuará...

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