EL SECRETO DE LA FELICIDAD CAPÍTULO 25

2- ¡Chócalas Rocky! Por eso, anímense y edifíquense unos a otros. 1 TESALONICENSES 5.11, NVI ¿Cuál es el mensaje? Casi sin discusión, se podría reducir a una frase: animarse los unos a los otros. En el capítulo «El gran secreto para tratar con la gente», se insta a los lectores a ser «calurosos para aprobar y abundantes en los elogios». Aquí va una idea. Llama a un amigo o a un familiar e inicia la conversación con estas palabras: «¿Me darías ciento veinte segundos para decirte la gran persona que eres?». Luego deja que fluya. Edifica a esa persona. Reafírmala. Haz que se sonroje. Empápala de palabras de ánimo. Imita al apóstol Pablo, que dijo a sus amigos de Éfeso: «No les he rehuido en ninguna forma. Toda verdad y palabra de ánimo que pueda marcar una diferencia en sus vidas, la tienen» (Hechos 20.20, traducción libre de THE MESSAGE). Hace años me hice amigo de un predicador de la ciudad de Houston, Texas. Después de una maravillosa cena, él me preguntó: «¿Usas mensajes de texto?» (Soy lo suficientemente viejo como para no darlo por sentado). Le contesté que sí y luego intercambiamos nuestros números telefónicos. Unos días después, me envió un mensaje que decía: «Te voy a cambiar el nombre. Ya no eres Max. ¡Ahora eres Max, el Poderoso!». Podrías pensar que un título así me sería indiferente. Soy un ministro de sesenta y cuatro años. Opero en el mundo formal de los púlpitos y del estudio bíblico. ¿Max, el Poderoso? Parece como sacado del patio de juegos de una escuela primaria, ¿no es cierto? Pues para mí no. Cuando veo su nombre en el teléfono, corro a leer el mensaje. Me encanta que me animen. A todos nos encanta. Llevemos felicidad. Animémonos los unos a los otros. Dile «poderoso» a alguien. Dile «especial» a alguien. Llama «Rocky» a alguien. Saca al Pedro que está dentro de Simón. Obsequia el regalo que a Dios le encanta dar: el regalo del ánimo.

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