EL SECRETO DE LA FELICIDAD CAPÍTULO 50

MAX LUCADO 5- EL FINO ARTE DE SALUDAR Saludaos los unos a los otros.ROMANOS 16.16 El ministro británico J. H. Jowett contó la historia de un convicto de la ciudad de Darlington, Inglaterra. Este había sido recién liberado de la cárcel, después de tres años de condena, cuando, en la calle, se topó con el alcalde. Esperando nada más que un frío ostracismo por parte del público, no supo cómo responder cuando la autoridad local se detuvo, se quitó el sombrero y dijo con un tono alegre: «¡Saludos! ¡Me da gusto verlo! ¿Cómo está?». El ex convicto masculló algo como respuesta y siguió su camino. La autoridad de la ciudad no pensó nada al respecto hasta unos años después, cuando ambos, por accidente, se encontraron en otra ciudad. El alcalde no recordaba al sujeto, pero este nunca se olvidó del alcalde. Así que le dijo: —Quiero agradecerle por lo que hizo por mí cuando salí de prisión. —¿Qué hice? —Usted fue amable conmigo. ¡Y eso cambió mi vida! Lo que para ti es pequeño, para otro puede ser enorme. En el sentido más puro, saludar es un gesto de benevolencia. Ya sea un beso en la mejilla aceptado culturalmente en algunas partes de Europa, una reverencia en Asia, abrazos y besos en Latinoamérica, un afectuoso apretón de manos en la cultura occidental, saludarse es un acto de generosidad. El primer beneficiario del saludo es la persona que lo ofrece. Deberían hacer una pegatina de parachoques que dijera «Abrazar te hace más feliz». Esa fue la conclusión de los investigadores de la Universidad Estatal de Pensilvania. Se dividió a los estudiantes en dos grupos: lectura y abrazos. Continuará...

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