EL SECRETO DE LA FELICIDAD CAPÍTULO 57

MAX LUCADO 6- UNA POSTURA PODEROSA Oren unos por otros . . . SANTIAGO 5.16, RVC Como árbol solitario en una pradera, el padre de la fe tenía fe suficiente en su Padre como para ponerse entre el pueblo que necesitaba misericordia y aquel que podía darla. Y habló en representación de ellos. «¿Destruirás también al justo con el impío? Quizá haya cincuenta justos dentro de la ciudad: ¿destruirás también y no perdonarás al lugar por amor a los cincuenta justos que estén dentro de él?» (Génesis 18.23, 24). Fue una jugada audaz. Era nada más que un pastor beduino. El cabello le llegaba hasta los hombros. Tenía una barba abundante, le llegaba hasta el pecho. Desaliñado y encorvado. Con un diente o dos menos. Aun así, se quedó ahí. Tal como lo hiciste tú. Ese día en el tribunal. Esa noche en la sala de urgencias. Esa vez cuando tu colega te confió un secreto. Admitió: «Tengo hecho un desastre». Y tú hiciste lo que hizo Abraham. Te pusiste entre el que necesitaba ayuda y aquel que podía que darla. Oraste. Por soldados. Por senadores. Por hijos pródigos, por predicadores y por predicadores pródigos. Con una oración, dejaste una moneda en el vaso del mendigo. Con una oración, pasaste la mano sobre la cabeza de tu hijo. Leíste las noticias de una guerra más, un divorcio o un escándalo más, y oraste: Dios, ten misericordia. Continuará...

No hay comentarios.:

Publicar un comentario