EL SECRETO DE LA FELICIDAD CAPÍTULO 66

MAX LUCADO 6- UNA POSTURA PODEROSA Oren unos por otros . . . SANTIAGO 5.16, RVC Pero mamá y papá comenzaron a ponerse ansiosos. Cuando salían a caminar diariamente, cuando comían, y cuando se levantaban y se iban a la cama, le explicaban en detalle el proceso del viaje. Parecía que Bill entendía el plan. Aun así estaban preocupados. Entonces Dan y Nancy convirtieron esas preocupaciones en oraciones. Reclutaron a varios amigos y familiares para que oraran por protección a favor de Bill. Oraron justo hasta el momento de ir al aeropuerto.Dan necesitó un pase especial para poder acompañar a Bill hasta la puerta. Bill estaba nervioso, así es que, para quemar energía, caminaban de aquí para allá en el vestíbulo. Nancy los llamó dos veces. El hermano de Atlanta llamó una. Toda la familia estaba nerviosa. Finalmente, diez minutos antes de embarcarse, Dan acompañó a Bill hasta la puerta. Cuando le pasaba a Bill su pase de abordar, dos mujeres gritaron: «¡Oye, Bill!». Conocían a Bill del almacén. Estaban en el mismo vuelo. Justo cuando terminaban de saludarlo, un hombre gritó: «¡Oye, Bill! ¿Quién me va a ayudar a llevar los filetes?». Iba camino a Atlanta también. Durante los diez minutos siguientes, otras personas reconocieron al joven y lo saludaron. Ya cuando abordó, iba con nueve amigos que lo cuidarían en el avión, uno de los cuales se ofreció a llevarlo hasta dejarlo con su hermano. Cuando Dan informó de las noticias a Nancy, se le quebró la voz de emoción. Ella recordó la reafirmación de una amiga: «No te preocupes, Nancy. Nuestro buen Bill se encontrará con alguien que lo conozca y cuidara de él». Sí, pero ¿nueve personas? Dios escuchó las oraciones de los familiares y la de los amigos. También escuchará la tuya, amigo(a) mío(a). Podemos hacer mucho después de orar, pero no podemos hacer nada hasta que no oramos. Antes de servir, antes de enseñar, antes de dar ánimo, oremos. Nuestro llamado es ser un Abraham en representación de las personas de nuestro mundo. Sitúate entre ellos y Dios, y habla. Ten por seguro que él te escuchará.

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