EL SECRETO DE LA FELICIDAD CAPÍTULO 84

MAX LUCADO 8- COSAS INCÓMODAS —Vamos, déjalo —la insté. Pasaron varios meses y no escuché nada de ella. Cuando finalmente la volví a ver, me dijo: —Me recuperé, mi fe es fuerte, y no fue gracias a usted. —¿Qué? —Usted me dio una salida —me dijo—. Yo necesitaba que me desafiaran a seguir. El eslogan «odia el pecado y ama al pecador» queda perfecto como pegatina en el parabrisas, pero ¿cómo incorporamos ese principio al corazón? Tal vez las siguientes ideas te ayuden. Resérvate el juicio. Que todo aquel que conozcas sea una persona nueva en tu mente. Nada de etiquetas ni de nociones preconcebidas. Las etiquetas son para las cosas, no para las personas. En el tiempo en que preparaba estos capítulos, un sábado en la tarde, iba caminando por el centro de una ciudad importante. Me fijé en un hombre de aspecto macilento, sentado en los peldaños de concreto de un edificio. Llevaba puesto un gorro tejido, ropa sucia y su barba era abundante. A sus pies, había una lata de su bebida favorita.En cierto modo, en mi mundo, aquel hombre era Leví. Podría haber pasado de largo. Pero, bueno . . . estaba predicando una serie de sermones basados en los pasajes que incluían la frase «unos a otros» y similares, que se enfocaban en cómo hacer felices a los demás; así que dejé de lado mi incomodidad y me senté a su lado. Lo había tomado por vagabundo, indigente y desempleado. Me equivoqué. Resultó que era tramoyista y que le pagaban por eso. Recién había salido de su turno de noche. Hablamos unos momentos sobre su profesión, varias décadas de armar y desarmar escenarios para lo mejor de la música country. Me contó acerca de algunos de los cantantes que había conocido. También me contó que Dios había bendecido su vida y que sentía el favor del Señor. Lo juzgué mal. Me alejé un poco avergonzado. Continuará...

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