EL SECRETO DE LA FELICIDAD CAPÍTULO 99

MAX LUCADO 10- TODOS TENEMOS UN MACHO Perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo. EFESIOS 4.32, NVI Todos tenemos un Macho. O dos o diez. Comparado con el tuyo, el mío era un tábano. Macho era tu papá; te atacaba todos los días. Macho te dijo que te amaba cuando eras joven y delgada pero luego, cuando envejeciste y engordaste, te dijo que no te deseaba. Macho te reprobó solo por despecho. Macho te engañó. Macho te abandonó. Fuiste víctima de Macho. Quizás hayas seguido adelante con tu vida. Si no, tienes que hacerte algunas preguntas respecto de tu felicidad. El resentimiento se traga la satisfacción del alma. La amargura la consume. La venganza es un monstruo con un apetito atroz. Un acto de represalia nunca es suficiente. Cobrarse con creces nunca es suficiente. Si no se detecta, el rencor nos puede llevar cuesta abajo. Macho te quitó mucho. ¿Vas a dejar que te quite mucho más? Dejar que eso se anide es un gran riesgo. ¿Es la vida más dulce cuando estás amargado? ¿Es la vida mejor cuando estás triste? Por supuesto que no. «El enojo se anida en el seno de los necios» (Eclesiastés 7:9, LBLA). Algunos abandonan el camino del perdón porque lo perciben como uno imposible de subir. Así es que seamos realistas al respecto. El perdón no absuelve la ofensa, no excusa la felonía ni la ignora. El perdón no implica necesariamente reconciliación. Reestablecer la relación con el transgresor no es esencial ni siempre posible. Es más, la frase «perdonar y olvidar» fija un estándar imposible de alcanzar. Los recuerdos dolorosos no son como la ropa vieja. Se resisten a mudarse fácilmente. Perdonar es simplemente el acto de cambiar tu actitud hacia el ofensor; consiste en eliminar el deseo de herir y considerar la posibilidad de estar en paz. Dar un paso en dirección al perdón es un acto decisivo hacia la felicidad. Continuará...

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