EL SECRETO DE LA FELICIDAD CAPÍTULO 104
MAX LUCADO
10- TODOS TENEMOS UN MACHO
Perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo.
EFESIOS 4.32, NVI
Cristo, nuestro lavador. Él sabía que nuestras promesas caerían como un vaso roto. Sabía que, como un rayo, llegaríamos al callejón oscuro de la vergüenza. Sabía que esconderíamos la cabeza entre las rodillas.
En este contexto fue que Pablo nos instó a seguir la dirección de Jesús. Dar gracia en lugar de recibir retribución. Dar gracia, no porque Macho se lo merezca, sino porque hemos sido empapados de ella. «. . . perdonándoos unos a otros, como también Dios os perdonó a vosotros en Cristo» (Efesios 4.32).
Usando la toalla y con un lebrillo en la mano, dijo a su iglesia: «Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. Porque os he dado ejemplo, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis así» (Juan 13.14, 15).
Que otros discutan y peleen; nosotros no.
Que otros busquen venganza; nosotros no.
Que otros guarden una lista de los ofensores; nosotros no.
Nosotros tomamos la toalla. Llenamos el lebrillo. Y nos lavamos los pies entre nosotros.
Jesús pudo hacer eso porque sabía quién era, enviado del cielo y destinado al cielo. ¿Y tú? ¿Sabes quién eres? Eres creación de un Dios bueno, hecho a su imagen. Estás destinado a gobernar en un reino eterno. Estás solo a latidos del cielo.
Seguro de quién eres, puedes hacer lo que Jesús hizo. Deja de lado la vestidura del derecho, de las expectativas, y da el paso más valiente. Lavar los pies de otros. Sean de buen corazón, y perdónense unos a otros (Efesios 4.32, NTV). Buen corazón: maleable, blando, amable y receptivo. Mal corazón: frío, duro como piedra e inflexible. Continuará...
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