EL SECRETO DE LA FELICIDAD CAPÍTULO 110

MAX LUCADO SÉ AMADO, LUEGO AMA Ámense los unos a los otros. JUAN 13.34 En estos pasajes, la palabra griega que se usa para amor (ágape) denota un afecto desinteresado. El amor ágape cursa un cheque cuando el balance de la cuenta es bajo, perdona el error cuando la ofensa es grave, ofrece paciencia cuando el estrés es abundante y extiende bondad cuando esta escasea. «Porque tanto amó [agapaó] Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna» (Juan 3.16, NVI). El amor ágape da. El árbol del ágape está enraizado en la tierra de la devoción. Pero en ningún momento pienses que sus frutos son amargos. Les espera una dulce felicidad a aquellos que están dispuestos a cuidar del vergel. ¿Encuentras ese amor difícil de congregar? ¿Escaso? Si es así, entonces te estás saltando un paso. El amor por los demás no comienza dando amor, sino recibiendo el amor de Cristo. «Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros» (Juan 13.34). Esta frase es esencial: «como yo os he amado». ¿Has dejado que Dios te ame? Por favor, no te apresures en pasar la pregunta. ¿Has dejado que el amor de Dios cale en los recovecos más íntimos de tu vida? Como escribió Juan: ¿Has «llegado a conocer [por experiencia . . .] y creído . . . el amor que Dios tiene por nosotros?» (1 Juan 4.16, traducción libre de AMP). Si tu respuesta es: «Mmm, no sé» o «Bueno, hace tiempo que . . .» o «No creo que Dios ame a alguien como yo», entonces acabamos de tropezar con algo. Continuará...

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