EL SECRETO DE LA FELICIDAD CAPÍTULO 111

MAX LUCADO SÉ AMADO, LUEGO AMA Ámense los unos a los otros. JUAN 13.34 No amamos a las personas porque sean encantadoras. (Solo el marido de mi esposa siempre es encantador). Las personas se ponen de mal humor, son tercas, egoístas y crueles. Más bien, amamos a las personas por este motivo: hemos llegado a experimentar y creer el amor que Dios tiene por nosotros. Somos beneficiarios de un regalo inesperado, inmerecido, pero innegable: el amor de Dios. Solemos evadir este paso. «¿Tengo que amar a mi prójimo? Bueno ya, lo voy a hacer». Apretamos los dientes y redoblamos los esfuerzos como si dentro de nosotros existiera una destilería de afecto. Si lo presionamos un poco, pinchamos por aquí y subimos la temperatura, brotará otra botella de amor. ¡Eso no va a pasar! La fuente no está dentro de nosotros. Es solo recibiendo el amor ágape de Dios que podemos descubrir el amor ágape por los demás. Sé amado. Luego ama. No podemos amar si no somos amados primero. Tal como las personas heridas hieren a otros, las personas amadas aman a otros. ¡Así es que deja que Dios te ame! Descubre la fuente de la felicidad más pura, el amor de Dios. Un amor que «sobrepasa nuestro conocimiento» (Efesios 3.19, NVI). Un amor que no es regulado por el receptor. Lo que Moisés dijo a Israel es lo que Dios nos dice a nosotros: «El SEÑOR no te dio su amor ni te eligió porque eras una nación más numerosa que las otras naciones, ¡pues tú eras la más pequeña de todas! Más bien, fue sencillamente porque el SEÑOR te ama . . .» (Deuteronomio 7.7-8, NTV). ¿Nos ama por nuestra bondad? ¿Por nuestra amabilidad? ¿Por nuestra gran devoción? No, él nos ama por su bondad, su amabilidad y su gran devoción. La razón por la que Dios te ama es que decidió amarte. Continuará...

No hay comentarios.:

Publicar un comentario