EL SECRETO DE LA FELICIDAD CAPÍTULO 122

MAX LUCADO El Siguiente Paso Desafíate a ser feliz «Quiero decirle nuevamente que valoro su trabajo». Esta vez, ella se detuvo. Tenía los ojos llenos de lágrimas. «Esto significa mucho para mí. Ha sido un largo día». ¿Quieres intentar este desafío? Todos los demás se presentan al trabajo con el ceño fruncido y una lista de cosas por terminar. ¿Y tú? Todavía tienes trabajo que hacer, pero también tienes esta labor. ¿A quién puedo ayudar hoy? ¿A quién puedo animar? ¿Quién necesita recibir un rayito de sol? Quizás el nuevo empleado del cubículo que está al final del pasillo. O el vecino cuyo chihuahua merodea por tu patio. O tu profesora. Sí, tu profesora. La que desayuna limones y almuerza estudiantes. Los demás la evitan. Pero tú no. Tú buscas formas de levantarle el ánimo, iluminar su día, darle cumplidos, entenderla y agradecerle. ¿Será el mundo diferente porque tú lo intentaste? Apuesta tu dulce vida a que así será. En tu mundo, te convertirás en el equivalente a un camión de helados. Cuando era niño, un camión de helados solía visitar mi vecindario. A esta fecha, medio siglo después, si alguna banda toca la canción «Cuando los santos marchen ya», se me hace agua la boca y busco una moneda en los bolsillos. Cuando escuchaba el sonido metálico del camión, ya sabía qué hacer. No era el único. Los niños llegaban de todos lados. De los parques de las pequeñas ligas. De los patios traseros. De los patios de las escuelas. Las casas vomitaban jóvenes tal como el metro descarga a los pasajeros. Se acercaban pedaleando en bicicleta, volando en un monopatín o corriendo solos como locos. El camión de helados estaba en el vecindario. Sé ese camión de helados. Sé la persona que los demás se alegran al ver. Sé la voz que las personas quieren escuchar. Sé el chofer del camión de la felicidad. Y ve si no eres tú el que más sonríe.

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