TÚ Y TU CASA CAPÍTULO 5
El cristiano en el hogar
C. H. Mackintosh
LA CASA DEL CREYENTE EN EL ANTIGUO TESTAMENTO
Abraham y su casa
Pero Dios no solamente gobierna su casa como lo dijimos, sino que también ama, aprueba y honra con su confianza a aquellos que lo imitan. En el pasaje citado, lo oímos decir: «No puedo encubrir mis propósitos a Abraham.» ¿Por qué? ¿Por causa de su gracia y fe personales? No; simplemente porque “mandará a sus hijos y a su casa”. Un hombre que sabe mandar así a su casa, es digno de la confianza de Dios. Ésta es una asombrosa verdad, cuyo filo alcanzará, espero, la conciencia de los padres cristianos. La mayoría de nosotros, ¡ay!, al meditar Génesis 18:19, haríamos bien en prosternarnos delante de Aquel que pronunció y escribió esta palabra, y exclamar: «¡Qué fracaso de mi parte, qué vergonzoso y humillante fracaso!»
¿A qué se debe? ¿A qué se debe que hemos faltado a la solemne responsabilidad que nos ha tocado con respecto al gobierno de nuestra casa? Creo que hay una sola respuesta a esta pregunta: la razón es que no hemos hecho efectivo, por la fe, el privilegio conferido a esta casa, en virtud de su asociación con nosotros. Es notable que nuestros dos primeros pasajes nos presenten, con absoluta exactitud, las dos grandes divisiones de nuestro tema, a saber: el privilegio y la responsabilidad. En el caso de Noé, la palabra era: “Tú y tu casa”, en relación con la salvación. En el caso de Abraham, era: “Tú y tu casa” con relación al gobierno moral. Continuará...
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