TÚ Y TU CASA CAPÍTULO 8

El cristiano en el hogar C. H. Mackintosh LA CASA DEL CREYENTE EN EL ANTIGUO TESTAMENTO LA CASA DEL SIERVO DE DIOS EN EL LIBRO DEL ÉXODO Nos remitimos ahora a los primeros capítulos del libro del Éxodo, donde vemos que tan sólo una de las cuatro objeciones de Faraón a dejar que Israel fuese plenamente liberado, se refería específicamente a los niños (Éxodo 10:8-9): “Y Moisés y Aarón volvieron a ser llamados ante Faraón, el cual les dijo: Andad, servid a Jehová vuestro Dios. ¿Quiénes son los que han de ir? Moisés respondió: Hemos de ir con nuestros niños y con nuestros viejos, con nuestros hijos y con nuestras hijas; con nuestras ovejas y con nuestras vacas hemos de ir; porque es nuestra fiesta solemne para Jehová.” La razón por la cual debían tomar a los niños y a todos los que estaban con ellos, era que tenían que celebrar una fiesta solemne a Jehová. La naturaleza podía decir: «Oh, ¿qué es lo que estas criaturitas podrían comprender acerca de tal fiesta? ¿No temeríais que pudiesen hacerse formalistas?» La respuesta de Moisés es simple y decisiva: Hemos de ir con nuestros niños, etc. (v. 9) porque es nuestra fiesta solemne para Jehová. Los padres israelitas no tenían la idea de que debían buscar una cosa para sí mismos y otra para sus hijos. No suspiraban por Canaán para ellos y por Egipto para sus hijos. ¿Cómo habrían podido nutrirse del maná del desierto o del fruto del país de la promesa, entretanto sus hijos se estuviesen alimentando de los puerros, las cebollas y los ajos de Egipto (Números 11:5)? ¡Imposible! Ni Moisés ni Aarón habrían comprendido tal manera de actuar. Ellos sentían que un llamado de Dios dirigido a ellos, era un llamado dirigido a sus hijos, y, además, si no hubieran estado plenamente convencidos de ello, tan pronto como habrían salido de Egipto por un camino, sus hijos los habrían hecho regresar por otro. Continuará...

No hay comentarios.:

Publicar un comentario