TÚ Y TU CASA CAPÍTULO 13

El cristiano en el hogar C. H. Mackintosh LA CASA DEL SIERVO DE DIOS EN EL LIBRO DE NÚMEROS Cuán a menudo el corazón de los padres cristianos razona sobre la manera de tratar con sus hijos, en lugar de situarse simplemente sobre el terreno de Dios respecto a ellos. Puede argüirse que «no podemos hacer cristianos de nuestros niños». Pero no se trata de eso. No somos llamados a «hacer» algo de ellos; ésta es la obra de Dios y de Dios solamente; pero si Él nos dice: «Llevad a vuestros niños con vosotros», ¿rehusaríamos obedecerle? O todavía: «Yo no querría hacer de mi hijo un formalista, ni podría hacer de él un verdadero cristiano»; mas si Dios, en su infinita gracia, me dice: «Yo considero tu casa como parte de ti mismo y, al bendecirte, la bendigo a ella.» ¿Debería yo, por incredulidad de corazón, rechazar esta bendición, bajo el pretexto del temor al formalismo o de mi imposibilidad de comunicar la verdad? ¡Dios nos guarde de semejante extravío! Regocijémonos, más bien, con un gozo vivo y sincero, de lo que Dios nos ha bendecido con una bendición tan rica y abundante que no sólo se extiende a nosotros, sino que también alcanza a todos aquellos que nos pertenecen; y, puesto que la gracia nos ha acordado esta bendición, dejemos que la fe eche mano de ella y la apropie para nuestra familia. Recordemos que el medio de probar que sabemos gozar de una bendición, es ser fieles a la responsabilidad que ella impone. Decir que cuento con Dios para llevar a mis hijos a Canaán y, al mismo tiempo, educarlos para Egipto, es una perniciosa ilusión. Mi conducta pone de manifiesto que mi profesión es una mentira, y no debería asombrarme si, en sus justas dispensaciones, Dios permite que coseche los frutos amargos de mis caminos. Continuará...

No hay comentarios.:

Publicar un comentario