TÚ Y TU CASA CAPÍTULO 16

El cristiano en el hogar C. H. Mackintosh LA CASA DEL SIERVO DE DIOS EN EL LIBRO DEL DEUTERONOMIO A lo largo de todo el libro de Deuteronomio, los israelitas son una y otra vez enseñados por Dios a poner los mandamientos, los estatutos, los juicios y los preceptos de la ley delante de sus niños; y estos mismos niños son representados, en muchas circunstancias, como inquiriendo en la naturaleza y objeto de diversas ordenanzas e instituciones. El lector si quiere puede leer fácilmente los diversos pasajes. JOSUÉ Y SU CASA Quiero pasar ahora a considerar esa tan bella declaración de Josué: “Escogeos hoy a quién sirváis... pero yo y mi casa serviremos a Jehová” (Josué 24:15). Notemos que él no dijo solamente “yo”, sino “yo y mi casa”. Josué comprendía que no era suficiente que él mismo fuese personalmente puro de todo contacto con las contaminaciones y abominaciones de la idolatría; sentía, además, que tenía que velar sobre el carácter moral y sobre la condición práctica de su casa. Aunque Josué no hubiese ido a adorar a los ídolos, ¿habría sido culpable si sus hijos los hubiesen servido? Además, el testimonio de la verdad habría sido así realmente manchado tanto por la idolatría de la casa de Josué como por la idolatría de Josué mismo; y el juicio, en consecuencia, no podría haber sido evitado. ELÍ Y SU CASA Bueno es ver esto claramente. El comienzo del primer libro de Samuel proporciona una muy solemne prueba de esta verdad: “Y Jehová dijo a Samuel: He aquí haré yo una cosa en Israel, que a quien la oyere, le retiñirán ambos oídos. Aquel día yo cumpliré contra Elí todas las cosas que he dicho sobre su casa, desde el principio hasta el fin. Y le mostraré que yo juzgaré su casa para siempre, por la iniquidad que él sabe; porque sus hijos han blasfemado a Dios, y él no los ha estorbado” (1.º Samuel 3:11-13). Continuará...

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