TÚ Y TU CASA CAPÍTULO 38
El cristiano en el hogar
C. H. Mackintosh
LA CASA DEL CREYENTE EN EL NUEVO TESTAMENTO
EL GOBIERNO DE LA CASA Y LAS CONSECUENCIAS DE SU EJERCICIO
Con respecto a esto ha habido muchos fracasos en el gobierno de nuestras casas. Hemos olvidado el principio del justo gobierno que Dios ha puesto ante nosotros, y que Él nos ha dado un ejemplo al ejercerlo.
Mi lector no debe confundir el principio del gobierno de Dios con Su carácter. Estas dos cosas son distintas. El primero es justicia, el segundo es gracia; pero lo que quiero hacer resaltar ahora, es el hecho de que la relación de padre y de madre implica un principio de justicia, y que si este principio no recibe su debido lugar en el gobierno de la familia, deberá haber confusión. Si veo a un niño, extraño para mí, haciendo mal, no tengo ninguna autoridad de parte de Dios para ejercer una justa disciplina respecto de él; pero no bien veo a mi propio hijo haciendo mal, deberé disciplinarlo; simplemente porque soy su padre.
Mas puede que uno diga que la relación de padre a hijo es una relación de amor. Es verdad; está fundada en el amor, como está escrito: “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seáis llamados hijos de Dios” (1.ª Juan 3:1). Mas aunque esta relación esté fundada en el amor, ella es ejercida en justicia, pues está escrito también: “Es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios” (1.ª Pedro 4:17). Así también Hebreos 12 nos enseña que el hecho mismo de ser hijos legítimos nos coloca bajo la justa disciplina de la mano del Padre. Y en Juan 17, la Iglesia es encomendada a los cuidados del Padre santo para que la guarde en su nombre. Continuará...

Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario