GÉNESIS PARTE 12
Capítulo 1
POTESTAD Y MAJESTAD DE DIOS EN LA OBRA DE LA CREACIÓN
Adán y Eva, figuras de Cristo y la Iglesia
Ahora, contemplando a Adán y Eva como figuras de Cristo y la Iglesia, según nos lo autoriza la Escritura con toda amplitud, vemos que la muerte de Cristo tenía que ser un hecho acabado antes de poder constituirse la Iglesia. Es cierto que en los propósitos de Dios ella fue contemplada y escogida en Cristo antes de la fundación del mundo.
Empero, no nos olvidemos de que hay una diferencia inmensa entre los propósitos secretos de Dios y su revelación y cumplimiento. Antes de que estos propósitos pudieran ser traducidos a la realidad con referencia a los creyentes que formaran la Iglesia, fue necesario que el Hijo fuera rechazado y crucificado; que él se sentara a la diestra de Dios y que enviara al Espíritu Santo a fin de bautizarlos en la unión de un solo cuerpo. No queremos significar que no se salvaban las almas antes de la muerte de Cristo. Sin duda muchos fueron salvos. Adán fue salvo y miles de otros, de tiempo en tiempo, en virtud de ese sacrificio de Cristo que tenía que verificarse después. Empero hacemos aquí una distinción muy clara entre la salvación de individuos aislados y la formación de la Iglesia, como cosa distintiva, por medio de la obra del Espíritu Santo.
No se ha puesto bastante énfasis en esta distinción. ^Muchos que aceptan la interpretación como teoría la llevan a sus resultados prácticos. El lugar particular de la Iglesia, es decir, su relación inrima con el Segundo Hombre —el Señor del cielo— y sus privilegios « y prerrogativas distintivas, si son revestidos de poder por la presencia del Espíritu, tienen que producir los frutos más raros y más fragantes que se conocen en el mundo (Efesios 5:23-32). Continuará...
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