TÚ Y TU CASA CAPÍTULO 43

El cristiano en el hogar C. H. Mackintosh LA CASA DEL CREYENTE EN EL NUEVO TESTAMENTO Una cosa es cierta: no deberíamos estar contentos de seguir nuestra marcha en medio de semejante desorden; por lo tanto, todos aquellos que sienten aflicción en su corazón, deben clamar con fuerza al Señor día y noche, clamar a Él, fundados en su verdad y en su Nombre, los que son blasfemados por tales pecados; y pueden estar seguros de que Dios oirá y responderá. Pero que toda esta cuestión sea encarada a la luz del testimonio para el Hijo de Dios. Para este testimonio somos dejados aquí abajo. En efecto, no somos seguramente dejados aquí sólo para educar a nuestras familias, sino más bien para educarlas para Dios, con Dios, por Dios y delante de Él. Para alcanzar este elevado objetivo, es menester estar mucho en la presencia del Señor. Un padre cristiano debe tener mucho cuidado de no castigar ni lastimar a sus hijos meramente para satisfacer sus caprichos y su mal humor del momento, como lo hacen los hombres del mundo. El cristiano debe representar a Dios en medio de su familia. Una vez que esto se haya comprendido adecuadamente, todo quedará en orden. Él es el administrador de Dios; por lo que, para desempeñar correcta e inteligentemente sus funciones administrativas, deberá tener frecuentes relaciones —o más bien relaciones ininterrumpidas— con su Amo. Deberá acudir continuamente a los pies de este Amo, a fin de saber lo que debe hacer y cómo lo debe hacer. De esta manera, todo en su administración se volverá simple y fácil. Continuará...

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