TÚ Y TU CASA CAPÍTULO 45
El cristiano en el hogar
C. H. Mackintosh
LA CASA DEL CREYENTE EN EL NUEVO TESTAMENTO
Aquí también debemos guardarnos de dar rienda suelta a nuestro propio carácter arbitrario. Debemos recordar que tenemos un Amo en los cielos que nos ha enseñado a hacer “lo que es justo y equitativo con nuestros siervos” (Colosenses 4:1). Si sólo tuviésemos al Señor delante de nosotros cada día, y buscáramos manifestarle a Él en todos nuestros tratos con nuestros criados, seríamos guardados de error en todo respecto.
Debo ahora concluir. No escribí, Dios lo sabe, con la intención de herir a nadie. Siento con fuerza la importancia, la verdad y la profunda solemnidad del tema que he tratado, y, al mismo tiempo, mi incapacidad para presentarlo con la suficiente claridad y eficacia. Sin embargo, acudo a Dios para que él haga valer los puntos aquí tratados; y, cuando él actúa, el más débil instrumento puede responder a Su objetivo. A Él encomiendo ahora estas páginas que, en ello confío, fueron iniciadas, continuadas y terminadas en Su santa presencia. Un pensamiento me ha confortado sobremanera: en el momento mismo en que sentí en mi conciencia la necesidad de escribir este artículo, cierto número de amados hermanos estaban congregados en una reunión de humillación, de confesión y de oración con motivo del testimonio rendido al Hijo de Dios en estos últimos días. No dudo de que uno de los principales puntos de la confesión se haya referido al fracaso en el gobierno de la familia; y si estas páginas fuesen utilizadas por el Espíritu de Dios para producir, aunque sea en una sola conciencia, un sentimiento más profundo de esta caída, y en un solo corazón, un más sincero deseo de reparar esta brecha según los pensamientos de Dios, me regocijaré al ver que no he escrito en vano.
¡Quiera el Dios todopoderoso, según las riquezas de su gracia, producir, por su Santo Espíritu, en el corazón de todos sus amados, un más ardiente deseo de rendir, en esta última hora, un más completo, resplandeciente, vigoroso y decidido testimonio para Cristo, a fin de que, cuando la voz del arcángel y la trompeta de Dios resuenen, se halle aquí abajo un pueblo preparado para salir con gozo al encuentro del Novio celestial!
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