GÉNESIS PARTE 26

Capítulo 2 EL DÍA SÉPTIMO Y EL RÍO El río del Edén, imagen del río de la gracia Si seguimos adelante en el estudio de los caminos de Dios, hallaremos el río otra vez, pero fluyendo por otro canal. “En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva” (Juan 7:37, 38). Aquí se ve que el río brota de otra fuente y pasa por otro lecho, aunque en un sentido es la misma fuente, ya que ésta es Dios mismo; pero es Dios en una nueva relación y obrando bajo otro principio.Jesucristo se presenta, en espíritu —fuera del orden natural de las cosas— como la fuente de un río de agua viva, del cual el corazón del creyente tiene que ser el canal que le dé curso. El huerto de Edén se había constituido deudor de toda la tierra, pues se hallaba comprometido a diseminar sus aguas fertilizadoras por todas partes. Después, en el desierto, la roca herida llegó a ser deudora de los israelitas sedientos. De la misma manera, ahora, el que cree en Jesús, se halla comprometido a servir de canal para que las aguas refrescantes del Evangelio fluyan por él en beneficio de otros muchos. El cristiano debe considerarse el conducto por medio del cual las múltiples gracias de Dios alcancen a un mundo necesitado. Mientras más abundante sea su ofrenda para sus semejantes, más abundantemente recibirá para sí mismo, pues “hay quienes reparten, y les es añadido más; y hay quienes retienen más de lo que es justo, pero vienen a pobreza” De modo que el creyente ocupa un lugar de privilegio especial, y, al mismo tiempo, de gran responsabilidad. Está llamado a ser un testigo constante de la gracia que se exhibe en él y que viene de la fuente de toda gracia y verdad. Cntinuará...

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