GÉNESIS PARTE 47

GÉNESIS Deseos de la carne, deseos de los ojos y vanagloria de la vida Dios busca al hombre Los hombres son responsables de creer el Evangelio, y serán castigados por no haberlo creído. No son responsables de conocer lo que, en los consejos de Dios, no ha sido revelado. El apóstol podía decir a los tesalonicenses en la carta que les dirigía: “Conocemos, hermanos amados de Dios, vuestra elección”. ¿Cómo lo sabía él? ¿Porque había podido leer las páginas del secreto de Dios y de sus designios eternos? De ninguna manera; sino porque “nuestro evangelio no llegó a vosotros en palabras solamente, sino también en poder” (1 Tesalonicenses 1:4.-5) He aquí lo que hace conocer a los elegidos; el Evangelio venido con poder es la prueba notoria de la elección de Dios. Aquellos que toman los consejos de Dios como pretexto para rechazar el testimonio de Dios, no buscan en el fondo más que una miserable excusa para continuar viviendo en el pecado. De hecho, no se preocupan por Dios; mostrarían más rectitud declarándolo francamente que aduciendo este pretexto. En vista de todo esto, Dios comenzó a revelar sus propósitos de amor y gracia salvadores, y en la acabada obra de Dios el hombre halla al fin la base para la paz y la bienaventuranza. Mientras el hombre no llegue al último de sus propios esfuerzos no puede Dios obrar en la revelación de su plan para salvarle. Es necesario que se limpie el terreno de todos los estorbos que constituyen estas inútiles tentativas humanas, de todas las jactancias y presunciones de los hombres y de todos sus blasfemos razonamientos antes de que Dios se manifieste en la operación de su Espíritu. Así fue que, bajo estas condiciones adversas, mientras el hombre se escondía entre los árboles del huerto, Dios puso en operación todo ese plan maravilloso de la redención apelando a la Simiente herida de la mujer. Aprendamos, pues, esta verdad tan vital para la conciencia: ningún medio humano tiene valor para abrirnos la puerta por la que podamos pasar con confianza y paso firme a la presencia de Dios. Continuará...

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