GÉNESIS PARTE 54

GÉNESIS Deseos de la carne, deseos de los ojos y vanagloria de la vida CAÍN Y ABEL: DIFERENTE ACTITUD DE DOS PECADORES ANTE DIOS Un hombre mundano y un hombre de fe No por eso dejaban de tener la naturaleza de Adán, la naturaleza humana corrompida que de por sí era incapaz de hacer el bien. "Lo que es nacido de la carne, carne es”; no una cosa carnal, sino carne en toda su esencia “y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”; no simplemente espiritual, sino espíritu en su esencia (Juán 3:6). Si ha habido alguna vez una buena oportunidad para que todas las cualidades, capacidades, alcances y tendencias de la naturaleza humana tuvieran amplio lugar para su manifestación, las vidas de Caín y Abel contaron con ella. Si hubiera existido en la naturaleza algo con lo cual el hombre pudiera haber recobrado su inocencia perdida y logrado ganar otra vez la entrada al Edén perdido, éste era el momento en que ello debía haberse desplegado. Pero no hubo ninguna indicación de esta clase. Los dos eran hombres perdidos, hombres carnales que habían trocado su inocencia por actos de transgresión. Adán perdió su inocencia y no la pudo recobrar. Es necesario contemplarlo como la cabeza caída de una raza caída, la que, por la desobediencia de él, fue hecha pecadora (Romanos 5:19). Llegó a ser en su persona la fuente contaminada de la cual han brotado todas las inmundas corrientes de la humanidad arruinada y culpable, el tronco muerto del cual han salido todas las ramas de una humanidad muerta, es decir, muerta en cuanto a las cosas morales y espirituales. Continuará...

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