ACÉRCATE SEDIENTO Parte 11

 


ACÉRCATE SEDIENTO Parte 11

UNO

El corazón deshidratado

Todos estamos familiarizados con la sed física. Tu cuerpo, según algunos cálculos, es 80 por ciento líquido. Eso significa que un hombre de mi tamaño transporta a todas partes 80 kilos de agua. Aparte del cerebro, los huesos y unos cuantos órganos, todos somos globos andantes llenos de agua.

Necesitamos serlo. Deja de tomar líquidos y observa lo que sucede. Los pensamientos coherentes se desvanecen, la piel se reseca y los órganos vitales se repliegan. Tus ojos necesitan humedad para llorar, tu boca necesita líquido para tragar, tus glándulas requieren sudor para mantener fresco el cuerpo, tus células exigen sangre para ser transportadas y tus coyunturas demandan fluido para lubricarse. Tu cuerpo necesita agua de igual modo que una llanta aire.

De hecho, tu Hacedor te creó con sed para que sirva como «indicador de sequedad». Deja que tu nivel de fluidos baje y verás la explosión de síntomas. Boca seca. Lengua pesada. Dolor de cabeza. Rodillas endebles. Priva tu cuerpo de los líquidos necesarios y tu cuerpo te lo dejará saber. Priva tu alma de agua espiritual y ella te lo dirá. Los corazones deshidratados envían mensajes desesperados. Temperamentos irritados. Olas de preocupación.

Mastodontes atronadores de culpa y temor. ¿Crees que Dios quiere que vivas con estas cosas? Falta de esperanza. Insomnio. Soledad. Resentimiento. Irritabilidad. Inseguridad. Estas son señales y advertencias, síntomas de una sequedad en lo más profundo de tu ser. Quizás nunca lo hayas visto así. Pensaste que eran como policías acostados, una parte necesaria e ineludible de la vida. Supones que la ansiedad es tan hereditaria como el color de tus ojos. Hay personas que nacen con tobillos débiles, otros con el colesterol alto o calvicie prematura. ¿Qué decir de ti? Tienes ansiedad. 

Continuará...


No hay comentarios.:

Publicar un comentario