JOB Y SUS AMIGOS parte 17
2:DISCURSOS DE LOS AMIGOS DE JOB
Estas palabras saben fuertemente a legalismo. Muestran claramente que Zofar no tenía un sentido justo del carácter de Dios. No conocía a Dios. Ninguno que posea un verdadero conocimiento de Dios podría hablar de Él como de alguien que abre su boca contra un pobre pecador afligido o que exige algo de una criatura desvalida y necesitada. Dios —bendito sea su Nombre por siempre— no es contra nosotros, sino por nosotros (Romanos 8:31). Él no es un exactor o demandante legal, sino un generoso dador. Fijémonos en los últimos versículos que leímos; Zofar dice: “Si tú dispusieres tu corazón” (v. 13). Ahora bien, ¿qué pasaría si Job no hubiera dispuesto su corazón? Es cierto que un hombre debería tener siempre dispuesto su corazón; pero ello será posible en tanto y en cuanto su estado moral sea bueno. Job, lamentablemente, no se hallaba en un buen estado, por lo que, cuando intenta disponer su corazón, no encuentra en él otra cosa que iniquidad. Y ¿qué debería hacer entonces? Zofar no se lo podía decir —como tampoco se lo podía decir ninguno de su escuela—. Ellos solamente conocían a Dios como un severo opresor, como alguien que sólo abre su boca para hablar contra el pecador.
¿Habremos, pues, de asombrarnos de que Zofar estuviera tan lejos de redargüir a Job como sus dos compañeros? Todos ellos estaban completamente equivocados. La tradición, la experiencia y el legalismo son todos igualmente defectuosos, limitados y falsos. Ninguna de estas tres cosas —ni las tres juntas— podían ser de ayuda para Job. Ellas sólo “oscurecían el consejo con palabras sin sabiduría” (38:2). Ninguno de los tres amigos comprendió a Job; es más, ellos no conocían ni el carácter de Dios ni su propósito respecto de la prueba de su querido siervo. Estaban completamente en el error. No sabían cómo presentar a Dios ante Job, y, por consiguiente, tampoco supieron llevar la conciencia de su amigo a la presencia misma de Dios. En lugar de conducirlo al juicio de sí mismo, sólo contribuyeron a su propia justificación. No introdujeron a Dios en sus pláticas. Dijeron algunas cosas verdaderas, pero no poseían la verdad. Sacaron a relucir sus experiencias, su tradición y su legalismo, pero no expusieron la verdad. Por esta razón, los tres amigos no pudieron persuadir a Job. Su ministerio era de una naturaleza parcial y, en vez de taparle la boca a Job, sólo lograron llevarlo a un campo de discusión que parecía interminable. Job, entonces, no deja de contestarles palabra por palabra, y de agregar muchas más: “Ciertamente —afirma— vosotros sois el pueblo, y con vosotros morirá la sabiduría. Continuará...
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