DAVID: LA VIDA DE LA FE parte 21


 DAVID: LA VIDA DE LA FE parte 21

Introducción

¡Qué tristes son estas palabras! “He cumplido la palabra de Jehová” —dice—, ¡y Agag, el rey de los amalecitas, todavía vivía! ¡Oh, qué terribles ilusiones se hace un alma que no anda rectamente con Dios! “¿Qué balidos de ovejas son estos que resuenan en mis oídos?” dice Samuel (v. 14, VM). ¡Solemne pregunta, que escudriña el corazón! Estas palabras debían de haber llegado al fondo del corazón de Saúl. Pero no; busca un recurso vano en un hecho que puede parecer plausible al corazón natural: “para ofrecer sacrificios a Jehová”: pobre recurso para el corazón desobediente. Como si Jehová pudiese aceptar un sacrificio de uno que anda en abierta rebelión contra su mandamiento. Hay más de uno que, desde los días de Saúl, procuró ocultar su espíritu de desobediencia bajo el manto de «un sacrificio a Jehová». También la respuesta de Samuel a Saúl es siempre de aplicación universal: “¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová?  

Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación”. No importa de qué valor sea el sacrificio, un solo acto de obediencia a la voz del Señor le es infinitamente más precioso. El Señor no busca las ofrendas, sino la obediencia: un corazón sumiso y un espíritu dócil lo glorifican más que el sacrificio de “los ganados que pacen sobre mil colinas” (Salmo 50:10, VM). ¡Qué importante es que este gran principio se grabe profundamente en nuestras conciencias, en estos días cuando tantos encubren todo tipo de desobediencia bajo las palabras: «¡sacrificio! ¡Sacrificio!»! “Obedecer es mejor que los sacrificios”. Continuará... 


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