DAVID: LA VIDA DE LA FE parte 29

 


DAVID: LA VIDA DE LA FE parte 29

1- DAVID ES UNGIDO REY

“Jehová no mira lo que mira el hombre”; porque “lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia. (1 Corintios 1:27-29). Si Eliab, Abinadab, Sama o algún otro de los siete hijos de Isaí hubiera sido ungido, la carne habría podido vanagloriarse delante de Dios, pero desde el momento que David, el joven olvidado, aparece en la escena, reconocemos en él a aquel que le dará toda gloria al Dios que iba a poner el cetro en su mano. David se presenta ante nosotros como el tipo del Señor Jesús que, cuando estuvo entre los hombres, fue despreciado y olvidado; y veremos, a medida que avancemos en la instructiva historia del hijo más joven de Isaí, cuán sorprendentemente prefigura al verdadero amado de Dios. 

“Entonces dijo Samuel a Isaí: ¿Son éstos todos tus hijos? Y él respondió: Queda aún el menor, que apacienta las ovejas. Y dijo Samuel a Isaí: Envía por él, porque no nos sentaremos a la mesa hasta que él venga aquí. Envió, pues, por él, y le hizo entrar; y era rubio, hermoso de ojos, y de buen parecer. Entonces Jehová dijo: Levántate y úngelo, porque éste es” (v. 11-12). “Queda aún el menor”, decía Isaí, quien seguramente pensaba: no puede ser él el elegido. El hombre no puede comprender los pensamientos de Dios. El instrumento del que Dios va a servirse, es ignorado y despreciado por los hombres. Pero Dios ha dicho: “Levántate y úngelo, porque éste es”: la respuesta perfecta que Dios da a los pensamientos de Samuel y de Isaí. Es interesante también observar la ocupación de David. “Apacienta las ovejas”. A esto se refiere luego Jehová, cuando le dice a David: “Yo te tomé del redil, de detrás de las ovejas, para que fueses príncipe sobre mi pueblo, sobre Israel” (2 Samuel 7:8). Nada podría ilustrar más dulcemente los pensamientos de Dios acerca del oficio real, que el trabajo de un pastor. Si el rey no desempeña su oficio en el espíritu de un pastor, su propósito se verá frustrado. El Rey David había captado perfectamente este punto, como puede observarse en estas conmovedoras palabras: “Estas ovejas, ¿qué han hecho?” (2 Samuel 24:17, VM). Continuará...


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