DAVID: LA VIDA DE LA FE parte 32

 


DAVID: LA VIDA DE LA FE parte 32

1- DAVID ES UNGIDO REY

Cuando vemos a David cuidando las ovejas de su padre en el desierto, despreciado o poco considerado en el círculo de su familia, somos conducidos a ver en el futuro algo que corresponderá a lo que era entonces, y no nos equivocamos. Asimismo, cuando consideramos a Saúl yendo en busca de las asnas de Cis, no podemos dejar de suponer que habrá en su carácter y sus costumbres subsiguientes, algo que recordará esta circunstancia. Los pequeños detalles a menudo llevan con ellos una gran enseñanza. Los afectos de David y su tierna solicitud para con el rebaño del Señor, junto con su abnegación, pueden verse ya en las circunstancias donde se encuentra introducido ante nosotros; y, por otra parte, podemos entrever ya el espíritu ambicioso y personal de Saúl en el objeto de sus pretensiones, cuando se encuentra con Samuel. No hago hincapié en estos hechos, dejando al lector el cuidado de considerarlos con la luz que el Señor le de. Solamente recordaré, que nada puede ser insignificante de lo que, a lo largo de las Escrituras, el Espíritu Santo apuntó respecto de hombres que presentan un contraste tan sorprendente, y que, tanto uno como otro, ocupan un lugar tan importante en la historia del pueblo de Dios. 

Lo que vemos sobre todo, es la gracia que toma, por conductor del pueblo de Dios, a aquel en quien se manifestaban los rasgos de carácter tan bien adaptados a la obra que debía cumplir. “Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David” (1 Samuel 16:13). David está pues ahora ante nosotros como el ungido de Jehová, y tenemos que seguirle en las vicisitudes de su vida errante, mientras es rechazado por los hombres y espera el reino. 


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