DAVID: LA VIDA DE LA FE parte 33


 DAVID: LA VIDA DE LA FE parte 33

2- EL VALLE DE ELA 

Tan pronto como el aceite de la unción de parte de Jehová fue derramado sobre David, éste es llamado a dejar su lugar de retiro y a presentarse ante Saúl, el rey desechado por Dios y atormentado por un espíritu malo. Este pobre hombre necesitaba los dulces sonidos del arpa de David para neutralizar la influencia de este espíritu que, día tras día, lo atormentaba. ¡Miserable hombre! ¡Triste resultado al que condujo una vida llena de la búsqueda de sí mismo! David no vacila en tomar la posición de siervo, en la casa misma de aquel que pronto se mostrará como su más encarnizado enemigo. Poco le importaba dónde servía o lo que tenía que hacer: proteger las ovejas de su padre de los leones y los osos, o expulsar al espíritu malo de Saúl. De hecho, desde el momento que su historia se inicia, David es visto como siervo, dispuesto a cumplir todo tipo de trabajo; y en el valle de Ela se manifiesta de manera muy sorprendente su carácter de siervo. 

Saúl parece no haber podido ni imaginar quién era aquel que estaba ante él, cuyos armoniosos acordes refrescaban su turbado espíritu; ignoraba que tenía ante sí al futuro rey de Israel. “Y él le amó mucho, y le hizo su paje de armas” (v. 21). El egoísta Saúl estaba contento de usar los servicios de David en sus necesidades, aunque dispuesto a derramar su sangre en cuanto comprendiera quién y qué era. Pero fijemos la mirada en las escenas tan interesantes que se desarrollan en el valle de Ela. “Los filisteos juntaron sus ejércitos para la guerra” (1 Samuel 17:1). Llegamos a algo muy apropiado para hacer resaltar el verdadero carácter y el valor respectivo de Saúl y de David, del hombre de la forma y del hombre del poder. Es la prueba que pone en evidencia lo que hay de real en los recursos de un hombre. Saúl ya había sido probado, pues “todo el pueblo iba tras él temblando”, y difícilmente estaba en condiciones de mostrarse, en esta nueva ocasión, como el jefe adecuado para animar y sostener los corazones. Un hombre abandonado por Dios y afligido por un espíritu malo, no era el más apropiado para estar a la cabeza de un ejército delante del enemigo, ni para combatir cuerpo a cuerpo con el poderoso gigante de Gat. Continuará...


No hay comentarios.:

Publicar un comentario