DAVID: LA VIDA DE LA FE parte 44

 


DAVID: LA VIDA DE LA FE parte 44

2- EL VALLE DE ELA

Sabemos que el poder de Dios estaba allí de una manera tan manifiesta como el día en que las aguas del mar fueron divididas, a fin de dar paso a los redimidos; y cuando la fe introduce el poder de Dios, nada puede, ni por un momento, interponerse en su camino.  El versículo 40 nos muestra la armadura de David. “Y tomó su cayado en su mano, y escogió cinco piedras lisas del arroyo, y las puso en el saco pastoril, en el zurrón que traía, y tomó su honda en su mano, y se fue hacia el filisteo”. Vemos, pues, que David emplea medios, pero ¡qué medios! ¡Qué menosprecio no arrojó sobre la poderosa armadura del filisteo! ¡Qué contraste entre su honda y la lanza del gigante, cuya asta era como el rodillo de un telar! ¡David no podía infligir herida más profunda al orgullo del filisteo que viniendo contra él con tales armas! Era decir lo poco que tenía en cuenta todo su equipamiento guerrero. Goliat lo sintió: “¿Soy yo perro?”, dice (v. 43). Era poco importante, para el juicio de la fe, lo que era, un perro o un gigante; era un enemigo del pueblo de Dios, y David iba a enfrentarlo vestido con las armas de la fe. “Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado. Jehová te entregará hoy en mi mano… y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel. Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos” (v. 45-47). Vemos aquí cuál es el verdadero objeto del hombre de fe, a saber, que Israel y toda la tierra puedan tener un glorioso testimonio del poder de Dios y de Su presencia en medio de su pueblo. Nunca lo habrían tenido, si David hubiese utilizado la armadura de Saúl. No habrían sabido que “Jehová no salva con espada y con lanza”, si David la hubiera empleado; su combate habría sido similar a cualquier otro, pero la honda y la piedra, si bien daban poca prominencia al que las usaba, daban toda la gloria a Aquel de quien provenía la victoria. 

La fe honra siempre a Dios, y Dios honra siempre a la fe. David, como ya ha sido observado, se puso en las manos de Dios, y el feliz resultado es una plena y gloriosa victoria. “Así venció David al filisteo con honda y piedra; e hirió al filisteo y lo mató, sin tener David espada en su mano” (v. 50). Continuará...


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