DAVID: LA VIDA DE LA FE parte 45


 DAVID: LA VIDA DE LA FE parte 45

2- EL VALLE DE ELA

¡Qué magnífico triunfo! ¡Precioso fruto de   una fe simple en Dios! ¡Cómo debería animar nuestros corazones a echar de nosotros toda confianza carnal y a aferrarnos a la única fuente verdadera de poder! David se convirtió en el instrumento de la liberación de sus hermanos. Los sarcasmos y las amenazas del filisteo incircunciso llegaron a su fin. El joven pastor, ignorado y despreciado, aunque siendo el rey ungido de Israel, vino del fondo de su retiro, en medio de los suyos; se enfrentó solo contra el enemigo de su pueblo; lo derribó e hizo de él un espectáculo a los ojos de todos; y todo esto, notémoslo bien, lo hizo como siervo de Dios y de Israel, y por la energía de una fe que las circunstancias no podían sacudir. ¡Maravillosa liberación operada por un solo golpe, sin maniobras militares, sin la destreza de los generales, sin que los soldados hayan realizado ninguna hazaña! Una piedra tomada del arroyo y lanzada por la mano de un pastor, bastó para tumbar en el polvo al hombre fuerte de los filisteos. Fue la victoria de la fe. “Y cuando los filisteos vieron a su paladín muerto, huyeron” (v. 51). ¡Qué vana es la esperanza fundada en los perecederos recursos de la carne, hasta cuando parecen llenos de fuerza y de energía! Los que veían al gigante y al muchacho entablar el combate, no podían sino temblar por el último. ¿Quién habría pensado que esta maciza armadura que cubría a Goliat no sería más que paja ante una honda y una piedra? Y, sin embargo, el paladín de los filisteos cae y, con él, todas las esperanzas que los filisteos abrigaban. “Levantándose luego los de Israel y los de Judá, gritaron, y siguieron a los filisteos hasta llegar al valle, y hasta las puertas de Ecrón” (v. 52). Podían, en efecto, dar gritos de júbilo, porque Dios había actuado manifiestamente en su favor, para librarlos del poder de sus enemigos. Había obrado con poder por la mano de uno al que no conocían, ni reconocían como el rey ungido sobre ellos, pero cuya gracia moral era capaz de atraer todos los corazones. Continuará...


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