DAVID: LA VIDA DE LA FE parte 65


 DAVID: LA VIDA DE LA FE parte 65

4- NABAL Y ABIGAIL 

 Todo esto está lleno de instrucción. Hace falta una verdadera energía de fe para ser hecho capaz de discernir la gloria de la persona de Cristo y de aferrarse enteramente a él en el tiempo en que es rechazado. Una cosa es ser cristiano, y muy otra confesar a Cristo delante de los hombres. Nada es sustancialmente más egoísta que tomar todo lo que Jesús nos dio y no darle nada a cambio. «Con tal que sea salvo, todo lo demás no es esencial»: tal es el secreto pensamiento de más de un corazón, y se traduciría de una forma más sincera si se dijese: «Si estoy seguro de mi salvación, poco importa la gloria de Cristo». Nabal actuaba así. Sacó todo el provecho posible de David, pero tan pronto como David reclama de él alguna ayuda o simpatía, muestra su verdadero espíritu. “Pero uno de los criados dio aviso a Abigail mujer de Nabal, diciendo: He aquí David envió mensajeros del desierto que saludasen a nuestro amo, y él los ha zaherido. Y aquellos hombres han sido muy buenos con nosotros; y nunca nos trataron mal, ni nos faltó nada en todo el tiempo que anduvimos con ellos, cuando estábamos en el campo. Muro fueron para nosotros de día y de noche, todos los días que hemos estado con ellos apacentando las ovejas” (v. 14-16). Todo esto estaba muy bien. Nabal podía comprender el precio de la protección de David, sin preocuparse por la persona de David. Mientras los hombres de David eran un muro alrededor de sus posesiones, los toleraba, pero en cuanto cree ver en ellos una carga, los rechaza y los injuria. 

 Ahora bien, como era de esperarse, la manera de actuar de Nabal era completamente contraria a la Escritura y al espíritu de su divino Autor. Está escrito en el capítulo 15 de Deuteronomio: “Cuando haya en medio de ti menesteroso de alguno de tus hermanos en alguna de tus ciudades, en la tierra que Jehová tu Dios te da, no endurecerás tu corazón, ni cerrarás tu mano contra tu hermano pobre, sino abrirás a él tu mano liberalmente, y en efecto le prestarás lo que necesite. Guárdate de tener en tu corazón pensamiento perverso, diciendo: Cerca está el año séptimo, el de la remisión, y mires con malos ojos a tu hermano menesteroso para no darle; porque él podrá clamar contra ti a Jehová, y se te contará por pecado” (v. 7-9). Tal es el corazón de Dios. ¡Qué diferente era el de Nabal! Continuará…


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