CONVERSIÓN ¿QUÉ ES? Capítulo 7

                 


 CONVERSIÓN ¿QUÉ ES?

 2 - SI NO OS CONVERTÍS 

En nuestro primer artículo nosotros procuramos presentar la absoluta necesidad, en todos los casos, de conversión. La Escritura establece este punto de un modo tal como para no dejar ningún terreno posible de objeción para cualquiera que se incline a su santa autoridad. "En verdad os digo que si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos." (Mateo 18:3 - LBLA).  Esto se aplica, en toda su fuerza moral y su profunda solemnidad, a todo hijo e hija del caído Adán. No existe algo similar a una solitaria excepción, en todos los miles de millones que pueblan este globo. Sin conversión, no hay - no puede haber, entrada al reino de Dios. Toda alma inconversa está fuera del reino de Dios. No importa, en el más mínimo grado, quién soy yo, o qué soy yo; si yo no estoy convertido, estoy en «el reino de las tinieblas», bajo el poder de Satanás, en mis pecados, y camino al infierno. 

Yo puedo ser una persona de una ética irreprensible; de una reputación sin mancha; un elevado profesante de la religión; un trabajador en la viña; un maestro de Escuela Dominical; puedo ostentar un cargo en alguna rama de la iglesia profesante; puedo ser un ministro ordenado; un diácono, anciano, pastor u obispo; un individuo muy caritativo; un munificente donante a instituciones religiosas y de beneficencia; respetado, buscado, muy demandado, y reverenciado por todos debido a mi valor personal e influencia moral. Yo puedo ser todo esto y más; puedo ser, y puedo tener, todo lo que es posible que un ser humano sea o tenga, y con todo, no ser convertido, y por ello estar fuera del reino de Dios, y en el reino de Satanás, en mi culpabilidad, y en el camino ancho que conduce directamente hacia abajo, al lago que arde con fuego y azufre.  Tal es el significado llano y obvio, y la fuerza, de las palabras de nuestro Señor en Mateo 18:3. No hay posibilidad de evadirlo. Las palabras son tan claras como un rayo de sol. No podemos pasarlas por alto. Ellas abruman, con lo que podemos verdaderamente llamar solemnidad, a toda alma inconversa en la faz de la tierra. Continuará... 


No hay comentarios.:

Publicar un comentario