EL MINISTERIO DE CRISTO Capítulo 23

2- EL MINISTERIO DE CRISTO EN EL PRESENTE ¡Qué gran realidad! ¡Con qué seguridad nos podemos referir a este divino Director, cuando su Persona o su carácter son atacados por cualquier objetor, acusador u oponente! ¡Y qué tontería de nuestra parte si intentáramos responder a sus adversarios por nosotros mismos! ¡Oh, amados, ojalá que podamos apoyarnos con una más plena confianza en Aquel bendito que se presenta ante nosotros ceñido para servirnos en nuestras más profundas y variadas necesidades! ¡Ojalá que apreciemos cada vez más su precioso ministerio por nosotros y para nosotros! ¡Ojalá que reposemos más dulcemente en la seguridad de que él habla al Padre por nosotros, en todos nuestros fracasos, en todas nuestras faltas y en todos nuestros pecados! Recordemos, para nuestro consuelo, que aun antes que caigamos, él ruega por nosotros como rogó por Pedro: “Yo he rogado por ti, que tu fe no falte” (Lucas 22:32). ¡Qué gracia incomparable vemos en estas palabras! Él no rogó que Pedro no cayese, sino que, cuando haya caído, su confianza no lo traicione; que su fe no falte. Así también él ruega por nosotros, para que seamos sostenidos en nuestros combates y levantados en nuestras caídas. Y si su divino ministerio no fuera ejercido incesantemente a favor de nosotros, pronto seríamos arrastrados, de caída en caída, hasta un completo naufragio. Mas, ¡alabado sea su Nombre, él “vive siempre para interceder por nosotros” (Hebreos 7:25)! Su precioso y poderoso ministerio nos sustenta a cada momento. No podríamos permanecer una sola hora sin Él. Si no tuviéramos a ese Bendito actuando por nosotros —cuya intervención a favor de nosotros nunca cesa—, irían apareciendo cosas que terminarían por destruir nuestra comunión. Él conoce no sólo nuestras necesidades, sino también las exigencias del santuario; y no sólo conoce todo esto, sino que provee para todo según Su infinita perfección y de una manera perfectamente agradable al Padre. Ahora bien, uno se encuentra a veces con ciertas personas que, en cuanto a la posición del creyente, no toman más que un solo lado de la verdad, a tal punto que echan por la borda el ministerio actual del Señor Jesús como sacerdote. Amados, nada es más peligroso que no ver, o no querer ver, más que un lado de la verdad. Temería mucho menos la influencia de un hombre que sale a enseñar públicamente un error palpable por toda la ciudad —error capaz de ser advertido por la mente más simple—, que lo que temería al ministerio de aquel que se apodera de un lado de la verdad de tal manera que excluye todo otro aspecto de la misma verdad. Los resultados perniciosos se advertirían muchísimo menos con el ministerio del primero que con la evidente enseñanza del segundo. Continuará...

No hay comentarios.:

Publicar un comentario