EL YUGO DESIGUAL Capítulo 19

2- EL YUGO DESIGUAL COMERCIAL Ese hombre que un día era conocido como siervo de Cristo —un colaborador para el reino de Dios—, que hacía uso de sus recursos sólo para fomentar los intereses del Evangelio de Cristo, ahora, lamentablemente, no es conocido más que como un astuto e infatigable negociante que hace grandes y ventajosos negocios, de quien el apóstol bien podría decir: “Demas me ha desamparado, amando este mundo [griego: ton vuv aiôna = al presente siglo]” (2.ª Timoteo 4:10). Pero quizás no haya nada que actúe tanto sobre el corazón para inducir a los cristianos a colocarse bajo un mismo yugo comercial con los incrédulos que el hábito de buscar mantener a un mismo tiempo los dos caracteres: el de cristiano y el de negociante. Ésta es una trampa lamentable. En efecto, tal cosa no existe. Un hombre debe ser o una cosa o la otra. Si soy cristiano, mi cristianismo debe manifestarse como una realidad viviente, en la posición donde me encuentre; y si no puedo manifestarlo donde estoy, no debo permanecer más allí; pues si continúo en una esfera o posición en la cual la vida de Cristo no puede manifestarse, no poseeré muy pronto nada de cristianismo más que el nombre, sin realidad —la forma exterior sin el poder interior—, la cáscara sin la almendra. Yo debo ser siervo de Cristo no sólo el domingo, sino también del lunes por la mañana al sábado por la noche. No sólo debo ser siervo de Cristo en una asamblea pública, sino también en mi lugar de trabajo, en mis ocupaciones temporales, cualesquiera que sean. Mas no puedo ser un verdadero siervo de Cristo si he puesto mi cuello bajo yugo con un incrédulo; pues ¿cómo los siervos de dos amos enemigos podrían trabajar bajo el mismo yugo? Es absolutamente imposible; tan imposible como intentar unir los rayos solares del mediodía con las profundas tinieblas de la medianoche. Hago aquí también, pues, un solemne llamado a la conciencia de mis lectores, en presencia del Dios Todopoderoso, quien juzgará los secretos del corazón de los hombres por Jesucristo, también en relación con este importante asunto. Quisiera decirle, si ha pensado meterse en sociedad con un incrédulo: ¡Huya de allí! Sí, huya aunque esta sociedad le prometa millones. Continuará...

No hay comentarios.:

Publicar un comentario