EL YUGO DESIGUAL Capítulo 4

Puede que sea una persona salva, un verdadero hijo de Dios, un creyente sincero; pero lo que no puede ser es un discípulo cabal; y no solamente eso, sino que hay un obstáculo positivo que impide una plena manifestación de lo que él efectivamente podría ser, a pesar de su yugo desigual. “Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré, y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso.” Esto es como decir: «Sacad vuestros cuellos de debajo del yugo desigual, y yo os recibiré, y entonces habrá una manifestación plena, notoria y práctica de vuestra relación con el Señor Todopoderoso.» Esta idea es evidentemente diferente de la que se expresa en la epístola de Santiago: “Él, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad” (1:18). Y asimismo en la primera epístola de Pedro leemos: “Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre” (1:23). También en la primera epístola de Juan: “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios” (3:1). Y en el evangelio de Juan todavía leemos: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios” (1:12-13). En todos estos pasajes, la relación de hijos se funda en el consejo y la operación de Dios, y se nos presenta como si fuese la consecuencia de un acto que no depende de nosotros; mientras que en 2.ª Corintios 6, ella nos es presentada como el resultado de haber roto con el yugo desigual. En otras palabras, aquí se trata de una cuestión puramente práctica. Así pues, en Mateo 5 leemos: “Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos” (v. 44-45). Aquí también encontramos el establecimiento práctico y la declaración pública de la relación, así como la influencia moral que deriva de ella. Continuará...

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