EL YUGO DESIGUAL Capítulo 22

2- EL YUGO DESIGUAL COMERCIAL Si un hombre se encuentra preso en una trampa o extraviado en un laberinto, no por audaces y violentos movimientos quedará libre. No; deberá humillarse, confesar sus pecados delante del Señor, y luego volver sobre sus pasos con paciencia y en una entera dependencia de la gracia que no sólo es capaz de perdonarlo por haberse metido en una falsa posición, sino también de encaminarlo e introducirlo en una buena. Además, como ocurre con el yugo conyugal, la cuestión se ve enormemente modificada por el hecho de una sociedad contraída antes de la conversión. No estoy diciendo en absoluto que éste sea un justificativo para que uno persevere en ella. De ninguna manera; mas ello nos evitará muchísimos sufrimientos de corazón y manchas de conciencia relacionados con tal posición, los que deberán influir considerablemente en el modo de retirarse de la sociedad. Por otra parte, el Señor es glorificado por la inclinación moral del corazón y de la conciencia en la dirección correcta, lo cual, seguramente, le será agradable. Si me juzgo a mí mismo cuando me hallo en un mal camino, y la inclinación moral de mi corazón y de mi conciencia producen en mí el deseo de salir, Dios lo aceptará y, sin ninguna duda, me pondrá en el buen camino. Mas al hacerlo, él no tolerará que viole una verdad al procurar obedecer otra. La misma Palabra que dice: “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos”, también dice: “Pagad a todos lo que debéis.” “No debáis a nadie nada.” “Procurad lo bueno delante de todos los hombres.” “A fin de que os conduzcáis honradamente para con los de afuera” (Romanos 13:7, 8; 12:17; 1.ª Tesalonicenses 4:12). Si he ofendido a Dios al asociarme con un incrédulo, debo guardarme de ofender a cualquier hombre por la manera de separarme de la sociedad. Una profunda sumisión a la Palabra de Dios, por el poder del Espíritu Santo, pondrá todas las cosas en orden, nos conducirá por sendas derechas y nos dará la capacidad de evitar extremos peligrosos.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario