COLECCION DE ESCRITOS MISCELANEOS TOMO 1, CAPÍTULO 5

Tomo I 2- AUTORIDAD Y PODER Éste es un punto de la más seria importancia. Sería de hecho imposible que el lenguaje humano expresase con la debida fuerza o en los términos adecuados, la inmensa importancia de la absoluta y completa sumisión a la autoridad de la Escritura en todas las cosas —sí, y lo decimos con énfasis— en todas las cosas. Una de nuestras mayores dificultades prácticas al tratar con las almas, surge del hecho de que ellas no parecen tener ninguna idea de someterse en todas las cosas a la Escritura. No quieren confrontarse con la Palabra de Dios, ni consentir en ser enseñados exclusivamente por sus sagradas páginas. Credos y confesiones; formulaciones religiosas; mandamientos, doctrinas y tradiciones de los hombres: estas cosas sí serán oídas y se someterán a ellas. A nuestra propia voluntad, a nuestro propio juicio, a nuestras propias opiniones de las cosas, les serán permitidos amplio lugar. La conveniencia, la posición, la reputación, la influencia personal; el utilitarismo; la opinión de los amigos; los pensamientos y el ejemplo de buenos y grandes hombres; el miedo de lastimar o de causar ofensa a aquellos a quienes amamos y estimamos y con quienes pudimos haber estado asociados por largo tiempo en nuestra vida y servicio religiosos; el temor de que piensen que seamos presuntuosos; querer evitar a toda costa la apariencia de juzgar o de condenar a muchos a cuyos pies nos sentaríamos de buena voluntad: todas estas cosas actúan y ejercen una muy perniciosa influencia en el alma, e impiden la plena entrega de nosotros mismos a la suprema autoridad de la Palabra de Dios. ¡Quiera el Señor en su gracia avivar nuestros corazones en relación con este solemne tema! ¡Quiera Él conducirnos, por su Santo Espíritu, a ver el verdadero lugar, valor y poder de su Palabra! ¡Que esa Palabra se establezca en nuestras almas como la única regla plenamente suficiente, de modo que todo —no importa qué— lo que no se halle basado en su autoridad, sea absolutamente rechazado sin la menor vacilación! Entonces podemos esperar hacer progresos. Entonces nuestra senda será como “la senda de los justos, como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto” (Proverbios 4:18). ¡Nunca estemos satisfechos, en relación con todos nuestros hábitos, con todos nuestros caminos, con todas nuestras asociaciones, con nuestra posición religiosa y con nuestros servicio, con todo lo que hacemos y con todo lo que no hacemos; con el lugar adonde vamos y adonde no vamos, hasta que podamos verdaderamente decir que tenemos la aprobación de la Palabra de Dios y la luz de Su presencia! Aquí, y solamente aquí, yace el profundo y precioso secreto de LA AUTORIDAD Y EL PODER.

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